• 1

    "La escritura no es producto de la magía, sino de la perseverancia" (Richard North Patterson)

  • 2

    "Escribir es una forma de hablar sin ser interrumpido" (Noel Clarasó)

  • 3

    "Escribir con sencillez es tan díficil como escribir bien" (W. Somerset Maugham)

  • 4

    "Aprende tanto escribiendo como leyendo" (John Dalberg-Acton)

 

 

 

La particularidad del silencio en la narración fantástica es que está ahí para no ser llenado, ya que el silencio en la trama sugiere la presencia de vacíos. Delimita espacios de zozobra donde lo no dicho es precisamente lo indispensable para la reconstrucción de los acontecimientos.

En el texto fantástico el silencio puede aparecer tematizado bien como sueño o como oscuridad, aunque también como oportunos adormecimientos, oscuridades, puntos finales que abruptamente cierran frases que no se han cerrado gramaticalmente, o puntos suspensivos que dejan colgando en el vacío una palabra que no se sabe dónde quiere dirigirse. La misma función se reconoce en las interrupciones en el desarrollo de la acción.

Junto al silencio de la voz 'narrante' sobre la naturaleza de los hechos que cuenta, sobre sus motivaciones o sobre la existencia misma de los hechos, aparece otro tipo de silencio, de una densidad y calidad particulares, tan consolidado en el género que se ha convertido en algo natural y necesario. Es el silencio de la criatura fantástica.

Este silencio no se refiere a que los vampiros o los monstruos no hablen; el relato fantástico a veces refiere su palabra, pero lo hace a través de la voz humana, la del protagonista víctima de unos encuentros indeseables con criaturas del 'otro lado', o bien la de un narrador externo, pero que de todos modos se coloca en un espacio homogéneo al de la humanidad.

¿Por qué ese silencio? Podría hablarse de motivos intrínsecos, como por ejemplo un resabio de verosilimitud: el fantasma puede presentarse, pero no re- presentarse; al carecer de inmaterialidad no puede emitir sonidos ni escribir a máquina. En el caso del vampiro, la razón de su silencio  resulta menos evidente ya que no hay nada más corpóreo que un vampiro. Louis Vax nos saca de la duda al afirmar que si se le concede al fantasma el papel de narrador, se estarían violando las leyes del género: si se dota de voz a la criatura fantástica, resultaría demasiado cercana al mundo del lector, y dejaría de tener interés para él.

Este consejo forma parte del taller La literatura fantástica: un acercamiento a nuevos mundos.

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