El escritor busca en aquello que le rodea historias para convertir en literatura. Son muchas las historias que el escritor puede narrar, pero solo una será la elegida. En ese proceso de búsqueda es muy frecuente empezar por escribir diversas historias diferentes y continuar escribiendo solamente una de las iniciadas.

También puede ocurrir que el escritor tenga muy claro lo que quiere contar y lo narre desde el primer momento, si bien no suele ser lo más habitual.

Como ya hemos dicho, tener claro qué contar, pasa por tener una historia que contar, una historia que sea capaz de emocionar al lector: es el primer requisito que ha de tener todo escritor.

Por otra parte, sin historia no hay nada. La respuesta a la pregunta es clara: se puede partir de lo que se quiere crear. Puede contarse cualquier historia, no hay reglas ni normas, pero sí hay que tener una historia o una idea, no podemos divagar sobre el papel.

Supongamos ahora que tenemos varias historias que contar, hay que elegir una de entre ellas, y ahí es donde va a influir de forma decisiva la intuición de cada escritor. Una intuición que le lleva a escoger una historia y a desechar las otras.

En cuanto al uso de la voz, con saber qué va a narrarse no basta, no es suficiente con tener una idea para llevar al papel, aunque este sea un requisito indispensable hay que saber cómo contar esa historia que ronda al autor en su cabeza.

Lo que originará, con toda probabilidad, muchas más dudas y problemas que una idea o la historia en sí.

En este aspecto tendrá una importancia decisiva la intuición, que guiará al escritor en el proceso de búsqueda. Un proceso que requerirá su tiempo, pues hasta que el escritor encuentre la voz adecuada en la que se sienta más cómodo, pasará algún tiempo (...).

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